En Tanzania viven más de 150.000 albinos. Negros de piel blanquísima que deben esconderse del sol que lesiona su epidermis y que allí brilla casi los 365 días del año. También se ocultan del rechazo social y de quienes creen en supercherías y les persiguen para conseguir una parte de su cuerpo, bajo la creencia de que atraen el éxito.
Dos veces al año, un grupo de dermatólogos del Hospital Ramón y Cajal de Madrid viaja a este lugar africano para ver y tratar los problemas de piel de los albinos y también del resto de la población.
Tienen cáncer de piel muy jóvenes, muchos problemas de vista y trastornos de audición. Además son marginados y perseguidos. Los numerosos albinos de Tanzania se enfrentan, desde que nacen, a un montón de dificultades.
Peter Kunit es uno de ellos y sabe, de primera mano, lo que es sufrir el estigma y vivir con miedo. El profesor Grossman también lo conoce bien, pues lleva 30 años tratando de proteger a esta población.
A las 4:00 am el equipo del doctor Pedro Jaén, jefe de Dermatología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, se reúne en la T2 del aeropuerto de Barajas. Su vuelo, con destino final Kilimanjaro (Tanzania), sale a las 6:00 am, pero conviene ir con tiempo, porque antes de facturar deben repartirse el peso de todo el material quirúrgico que llevan -antibióticos incluidos-. Una vez equilibrados los equipajes, Luis Ríos, dermatólogo, y el propio Jaén cuentan anécdotas de viajes pasados y recuerdan las lesiones que vieron en la piel de los albinos la última vez, temerosos de que hayan empeorado. Escuchan con atención Soco, enfermera, y Mayte, residente, para quienes será su primera vez en África.
Aunque en cada visita -que realizan cada seis meses- tratan de enseñar a los médicos locales del Kilimanjaro Christian Medical Centre (KCMC), situado en la localidad de Moshi, a manejarse con cualquier lesión dermatológica, el objetivo inicial y más ambicioso del equipo es cuidar la salud de los albinos. "La incidencia del albinismo (una condición genética en la que hay una ausencia de pigmentación) en Tanzania es muy alta. Nadie sabe a ciencia cierta cuántos afectados hay, pero podrían superar fácilmente los 150.000. Es el país del mundo con más albinos", explica a ELMUNDO.es el profesor Henning Grossman, creador del Regional Dermatology Training Centre del KCMC.
Los albinos africanos, conocidos como ’los fantasmas’, viven bajo un sol permanente, para el que no tienen protección natural. "Si no se cuidan, desarrollan cáncer de piel muy jóvenes, a los ocho años. Y, si no les tratamos, no llegarán a cumplir los 30. Su esperanza de vida es muy corta", explica Pedro Jaén. Para Luis Ríos, "una de las cosas que más impresionan es encontrar albinos con metástasis diseminadas o carcinomas epidermoides que se hubieran evitado si los hubiésemos cogido a tiempo. Me da mucha rabia".
Para evitar que lleguen a esas fases avanzadas de la enfermedad, los médicos españoles, junto con profesionales del KCMC y miembros de la ONG Africa Directo, recorren muchos kilómetros en jeep para visitar las zonas remotas donde se ’esconden’ estos negros de piel blanca. Es Peter Kunit, un albino de 35 años, el que funciona de enlace entre unos y otros, el que guía a los galenos por las faldas del Kilimanjaro para encontrar a las comunidades albinas y las escuelas con cristales tintados donde estos niños pueden estudiar sin que la luz del sol les moleste, sin que nadie les regañe por sentarse en el suelo cerca de la pizarra o por llevar gorra en clase, trabas que sí encuentran en otros colegios.
Una vez allí, los médicos evalúan a cada uno, cuentan las manchas de su piel, ven si han crecido y si es necesario trasladarles al hospital. Además, reparten gorros, gafas de sol, crema solar y les enseñan a usarla. Los niños albinos atienden, entre tímidos y asustados. Les cuesta relacionarse con extraños. Como a Cristian, al que sólo le arrancan una sonrisa y unas palabras si le nombran a su ídolo, el futbolista Cristiano Ronaldo, de quien lleva la camiseta. Los albinos desconfían de cualquiera. Algo lógico, si se tiene en cuenta que han sido objeto de muchas matanzas, porque existe la falsa creencia de que "quien posee una parte del cuerpo -huesos, sangre u órganos- de personas albinas tendrá éxito y estará protegido del mal de ojo. Tenemos que erradicar estos prejuicios, porque nos traen muchos problemas y nos obliga a escondernos", reconoce Peter.
"La primera vez que vine hace tres años me sorprendió mucho la gran discriminación que sufren, porque era algo que desconocía", recuerda Pedro Jaén. Por eso "nuestro objetivo no es sólo cuidarles la piel, sino la vida entera", dice Grossman. "Es una cuestión de derechos humanos".
A unos les impresionan los pocos medios con los que cuentan los médicos tanzanos para tratar lesiones que en España ni siquiera se ven. A otros les impacta más lo mucho que aguantan el dolor los niños de allí, que no lloran por nada cuando tendrían motivos para estar todo el día berreando. Y a todos, sin excepción, les impresiona ver la blanquísima piel de los albinos de Tanzania, las manchas que les deja el sol y la discriminación que sufren.
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