Causó hoy gran sensación en Estados Unidos -un país donde se debate intensamente los efectos de la comida chatarra- la muerte del vocero de una cadena de parrillas de Phoenix, que con sus casi 270 kilogramos a cuestas, era la figura promocional de dichos establecimientos.
Según se ha informado el jóven Blair River de casi dos metros de altura habría muerto por “neumonía”, pero los analistas dudan que ésta sea la única causa. Irónicamente la cadena de hamburgueserías se llama “Grills del ataque al Corazón”, y defienden un programa de dietas para aquellas personas que superan casi los 140 kilogramos de peso, inclusive ofreciéndoles menús gratuitos cuando lleguen a esa cifra.
La cadena de comidas tiene un programa llamado “No juegue al sube y baja”, ofreciendo un raro concepto de mantener el peso estable con fuerte alimentación para aquellos que tienen varios kilos de más, estimulándolos a consumir gran cantidad de calorías.
Blair River (29) participaba activamente en varias publicidades gráficas y televisivas. River murió luego de haber estado internado por cuatro días con gripe. Según los medios norteamericanos su excesivo peso puede haber influido en sus bajas defensas.
Hace unos días hubo un debate similar con un menú que ofreció la Casa Blanca en la noche del juego del Super Bowl. En la cena se ofreció hamburguesas con queso, papas fritas, pizza, chorizos, helado -y según los críticos- no había nada saludable para elegir como, por ejemplo, ensaladas.
Gran parte de las quejas se incrementaron con un comentario de Michelle en donde defendió dicho menú afirmando que: “Comer balanceado es parte de vivir bien”. Varias veces Michelle ha reconocido “que las papas fritas” le encantan. Pero según ella misma quiso aclarar luego, su visión es “que hay que incorporar frutas y verduras en la alimentación” sin vivir de privaciones. Para ella no es “Todo o nada”, sino mantener un “equilibrio”.
El debate también ha servido para discusiones en el Congreso estadounidense. No es la primera vez que se quiere “gravar” con impuestos directos a las cadenas que sirven hamburguesas y papas fritas. “Si se gravan el alcohol y los cigarrillos, porqué no gravar también las comidas rápidas”, proponían algunos legisladores norteamericanos. “Con ese dinero haríamos programas para educar a la gente en temas alimentarios” afirman.
En Estados Unidos se cree que más del 60 % de la población sufre sobrepeso y que un tercio de los chicos están encaminados a ser obesos sino cambian sus hábitos alimentarios. También hay algunos especialistas que proponen que se graven a las bebidas gaseosas.
En California hace poco se aprobó una norma en la cual se le aplica una tasa especial de impuestos (a un centavo por onza) a las bebidas con alta fructosa, azúcar y los energizantes. Con esta medida piensan recaudar casi más de mil millones de dólares que dicen se van a utilizar en programas que difundan ejercitarse físicamente, practicar deportes y para enseñar a comer mejor.
El viernes la Casa Blanca anunció un programa especial para las próximas Pascuas llamado “A moverse”, donde los jardines de la residencia presidencial estarán abiertos para los chicos menores de 12 años, y desde donde se iniciará una campaña nacional relacionada con “el buen vivir y hacer ejercicios”. /perfil.com
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