Ya lo había anticipado en su edición del 14/10/2010, que habitaba en las mentes de la cúpula de la jerarquía católica de Salta, la intención de convertir en dineros tradicionales predios que constituyen patrimonio de esa confesión. En su momento fue la frustrada venta de la manzana donde se levanta actualmente el Seminario Conciliar a un grupo de empresarios que habría tenido la idea de levantar allí un complejo inmobiliario.
Ahora se comenta por ahí que el cura Víctor Hugo Díaz, encargado de la Catedral, ha sido comisionado por el Obispo a gestionar la donación de un predio de héctareas para construir un Santuario para el Señor y La Virgen del Milagro, trasladando las sagradas imágenes hacia allí; lo que defenestraría la tradición histórica tan relacionada con la catedral principal emblema de nuestra historia y de la provincia.
Quizás el criterio actual de valoración de los íconos más sagrados de la salteñidad los rebajan a las especulaciones turísticas o al marketing que más les cabe a los ídolos del Rock y el Pop que a la auténtica tradición Salteña.
Además, entre estas novedades está la pretensión de suplantar la novena del Señor y La Virgen del Milagro, joya de la literatura colonial (compuesta con notable inspiración en el año 1760 por el Presbítero Dr. Dn. Francisco Javier Fernández en la quebrada de Humahuaca), con el penoso argumento de que su lenguaje está desactualizado. Lo que se yuxtapone al buen criterio de conservar la escencia devocional del Milagro.
Con ese criterio no deberíamos leer los clásicos y a los grandes de la literatura del Siglo de Oro Español porque su gramática y su léxico no condicen con la mediocridad y la pobreza lingüística a la que nuestra lengua española se ve sometida en estos tiempos.
También como novedad se comenta que existe la inconsciencia de querer modificar y romper el altar del Señor del Milagro, algo que es estilística y arquitectónicamente perfecto, tanto por sus preciosos elementos como por su diseño; además vulnerando los más sanos principios de la conservación y preservación de nuestro patrimonio. Lo que constituiría un atentado a nuestro patrimonio cultural, devocional, histórico, arquitectónico, estético y artístico.
Y Todo esto, argumentando que la imagen no puede ser bien apreciada en detalle por la gente, cuando la realidad nos muestra que se lo puede contemplar perfectamente bien.
Ser administradores de dicho patrimonio no significa destruir o vulnerar su integridad por el hecho de tener una jerarquía en el orden eclesiástico, porque su deber es administrar y CONSERVAR RESPONSABLEMENTE lo que durante años se ha venido erigiendo y enriqueciendo.
Como para terminar y en haras de la memoria histórica, surge como consecuencia lógica la toma de conciencia de que con dicho accionar se violaría la voluntad de su donadora, nuestra comprovinciana, la Condesa Pontificia y máxima filantrópa de la Iglesia Argentina, Doña Mercedes Castellanos de Anchorena, quien en el año 1899 (como reza en placa de mármol en el lateral derecho de dicho altar) dona en memoria de sus padres Aarón Castellanos y Secundina de la Iglesia, el magnífico e irrepetible altar con sus exquisitos mármoles , frescos , bronces y elementos traídos de remotas partes del mundo y realizados por los más talentosos artistas de la época.
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