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6 jun 2011

San La Muerte y el Gauchito Gil: los santos preferidos por los delincuentes

La semana pasada se registraron en Mendoza dos hechos policiales que si bien no contaron con puntos comunes en cuanto a los sucesos, sí coincidieron en algo que pasó desapercibido: en ambos se registraron las presencias de San La Muerte y el Gauchito Gil, los santos paganos más venerados por los delincuentes argentinos.




El primer suceso, muy extraño por cierto, tuvo lugar la madrugada del martes en la plazoleta "Los Inmigrantes" del barrio Kolton de Godoy Cruz, ubicada entre las calles calles Mármol, Pedro J Godoy y Necochea.

En ese sitio, de mañana, los lugareños se encontraron con cuatro estatuas importantes (de 40 centímetros de alto): tres de San la Muerte y una del Gauchito Gil prolijamente colocadas de espaldas a la imagen de una Virgen católica que había puesto allí el Municipio.

A la gente de la zona también le llamó la atención la presencia de algunos restos óseos, "pero esto, sumado a que muchos vecinos vincularon a San La Muerte y al Gauchito Gil con la delincuencia, alteró mucho al vecindario", contó un efectivo policial de apellido Goyeneche que intervino en el suceso. Luego, según se supo, todo se trató de un ritual que llevaron adelante dos presos que acababan de salir de la cárcel de Almafuerte. "Está claro que se trató de una promesa", indicaron desde la policía.

El otro caso donde la presencia de una imagen de estos santos paganos también pasó inadvertida fue en la persecución de muchas cuadras que tuvo como protagonistas a ladrones y policías en la que hubo tiros, ocurrida en la mañana del jueves pasado que comenzó en Las Heras y terminó en la Cuarta Sección. El VW Gol en el que escapaban los delincuentes y que resultó baleado en su luneta, lucía una calcomanía del Gauchito Gil. Los tres detenidos que acababan de asaltar a un repartidor tenían experiencia carcelaria.

Tres figuras

En los ambientes carcelarios de Argentina existen tres figuras vinculadas con las creencias religiosas preferidas por los internos o por quienes alguna vez fueron internos. En primer lugar está San La Muerte, luego el Gauchito Gil (ambos considerados santos paganos) y en tercer lugar San Jorge (que cuenta con la aceptación de la Iglesia Católica).

Anteriormente, San Jorge llevaba la delantera en la preferencia pero en los últimos 20 años los "santos sin títulos" como San La Muerte y El Gauchito Gil, le arrebataron ese lugar.

"En Mendoza -aclara el director general penitenciario, Sebastián Sarmiento- se da algo extraño en ese tema: hay muy pocos, comparados con el resto de las cárceles argentinas, presos evangelistas; en otros lugares hasta tienen pabellones propios. Acá, sí se da mucho la devoción a San La Muerte; se podría decir que es el preferido por los internos, después de la fe católica que es la que cuenta con más fieles".

Martín (32), un preso que está en la fase de semilibertad y sale una vez por semana de la Granja de Gustavo André y que cuenta con muchos años de experiencia tumbera, indica que "los guachines (presos jóvenes) son de San La Muerte; los viejos le dan más bola a San Jorge y al Gauchito Gil".

Tanto Martín como Sarmiento, coinciden en que San La Muerte se ha instalado en los penales desde hace una década. "En las celdas algunos presos han dibujado al santo y le piden cosas que tienen que ver con la rápida recuperación de la libertad".

En Mendoza existe una suerte de ?encargado’ de San La Muerte. Se lo puede rastrear por internet, responde al nombre de Roberto y supo tener una santuario en calle Santa Rita al 3100 de Las Heras.

Para Roberto, que asegura no tener experiencia tumbera ("ni siquiera he estado preso en una seccional", dice), "los devotos de San La Muerte o del Santo de la Buena Muerte, no necesariamente son presos o ex presos. Hay de todo tipo.

Pasa que tanto San La Muerte como el Gauchito Gil, son santos protectores y la idea de protección tiene que ver con lo físico, con que no te pase nada. Por eso piden los ladrones que van a cometer un asalto y los policías que tienen que ir a procedimientos que pueden ser violentos: les piden que las balas no los toquen y no salir heridos; a ese tipo de protección se refieren", aclara el especialista.

La relación entre San La Muerte y Gauchito Gil es como de maestro a discípulo. "Según dicen, al policía que debía asesinar al correntino Gauchito Gil -acusado de desertar de las fuerzas de seguridad de fines del siglo XIX- le costó mucho trabajo hacerlo "porque estaba protegido por San La Muerte; tenía una imagen suya metida en el cuerpo", indica la periodista del diario La Nación, Silvina Premat, en un artículo reciente.

En cuanto a San Jorge, se sabe que tuvo muchos seguidores entre la década del 70 pero que luego los ha ido perdiendo. Marcelino Altamirano, ex preso recuperado, cuenta en su biografía que en 1984 una de sus abogadas le dio una estampita de San Jorge después de que la fuera a ver para indicarle que iba a cometer un asalto.

"La mujer, de nombre Susana, me dio una y me dijo que no me hiciera problemas, ya que estaba bendecida". En aquellos años, el ser detenido con una estampita de San Jorge era motivo de sospecha para la policía: era el santo a quien más recurrían los que se dedicaban a los asaltos con armas.

Correr rápido y llenarse de huesos

Entre los "beneficios" que otorgan los santos paganos a quienes viven al margen de la ley están dados por la idea de correr rápido y que las balas no te entren. Por eso no es raro ver que delincuentes se colocan estampas de San La Muerte o de Gil en las plantillas de sus calzados cuando van a cometer un golpe.

Del mismo modo, los devotos de la Buena Muerte se hacen pequeños tajos en el pecho o en los brazos para después colocarse huesos de animales en las heridas: eso es para que en la pelea les vaya bien.

"En la cárcel de Boulogne Sur Mer hemos visto en más de una ocasión eso de herirse y colocarse huesos en la espalda", indica Sebastián Sarmiento. Esa práctica tiene que ver con: cuando un preso cree que corre peligro en el pabellón, los huesos ajenos en el cuerpo -al menos en la creencia- servirán para que nadie le haga daño o poco daño.

Con esto se explica un poco lo que no tenía una explicación tan sencilla en los dos hechos policiales reseñados en esta página. Quienes hicieron el ritual en la plaza de Godoy Cruz llevaron adelante una promesa o tal vez se preparaban para un golpe.

Los que asaltaron al repartidor quisieron escapar en el Gol (correr rápido), pero algo deben haber hecho mal con el Gauchito Gil estos sujetos ya que los tres terminaron atrapados.

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