El cabo Ariel Marcelo Mendoza, culpado por el asesinato del joven en San Telmo, fue excarcelado bajo juramento. El efectivo se comprometió a cumplir con el requerimiento de la Justicia toda vez que sea necesario.
Ariel Marcelo Mendoza, el cabo primero de la Policía Federal que está acusado por la muerte de Ariel Domínguez, quien pereció al ser alcanzado por una bala que partió de su arma, prestó declaración indagatoria ante la Justicia y luego quedó libre bajo juramento.
Los voceros explicaron que Mendoza dio su versión de los hechos ante la jueza de instrucción María Gabriela Lanz y habría insistido en la hipótesis de un accidente, cuando el arma se le habría caído mientras colaboraba con otros agentes policiales que perseguían a presuntos delincuentes.
Pocas horas después de la indagatoria Mendoza fue excarcelado bajo caución juratoria tras un pedido de la defensa, ya que en principio el efectivo está acusado de “homicidio culposo”, un delito excarcelable.
Además, Mendoza se comprometió a cumplir con el requerimiento de la Justicia toda vez que sea necesario, como es de rigor en estas circunstancias. La magistrada debe resolver su situación procesal, mientras avanzan las investigaciones y las pericias para esclarecer si el arma se pudo haber disparado accidentalmente.
Si bien la indagatoria se esperaba para la mañana, el trámite se demoró porque la jueza y su secretario letrado, Juan Pablo Carovano, estuvieron atendiendo cuestiones vinculadas con la causa previo a comenzar el trámite judicial.
No trascendieron detalles sobre la exposición de Mendoza -ya que rige el secreto de sumario- aunque se supo en Tribunales que el acusado habría insistido con la versión inicial del hecho accidental. La defensa de Mendoza tenía previsto desde temprano pedir la excarcelación del cabo primero, atento a que en principio la imputación es de “homicidio culposo”. La jueza impuso el secreto de sumario en la causa, al menos hasta reunir todos los elementos de las pericias que ordenó.
La magistrada aguarda para la semana entrante los resultados de varias pericias, entre ellas las destinadas a determinar si hubo restos de pólvora en manos y ropa del policía y si el arma pudo haberse disparado sola. La versión oficial de Mendoza, consignada hasta ahora en un parte policial remitido al Ministerio de Seguridad que conduce Nilda Garré dos horas después de los hechos, indica que el policía estaba de custodia en una oficina de documentación situada en la avenida Paseo Colón cuando divisó a un grupo de gente “corriendo”, presuntamente escapando de la presencia de un patrullero.
Mendoza habría abandonado su puesto de consigna para colaborar con sus colegas y en esas circunstancias intentó ayudar a la detención de dos personas, sobre las cuales en ese momento desconocía por qué otros uniformados procuraban su arresto. En ese contexto se le habría caído la cartuchera (que no era la reglamentaria) con el arma (que sí era la reglamentaria),produciéndose el disparo que causó la herida mortal a Domínguez.
El arma que portaba Mendoza era una Bersa Thunder calibre 9 milímetros. Los restos de la víctima, que tenía 22 años, fueron inhumados en la jornada en el cementerio de Avellaneda. Y en medio del dolor de parientes y amigos, se renovaron los pedidos de Justicia.
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