Santiago del Estero - Tres hermanitos fueron violados por su padre y su guardador

Los funcionarios judiciales que intervienen en el caso no salen de su estupor por la suerte de los chicos que tienen 8, 10 y 12 años. Los abusadores están detenidos.

Tres hermanitos de 8, 10 y 12 años habrían sido violados por una pareja en Añatuya, Santiago del Estero, y entregados a desconocidos para que los ultrajaran, además de obligarlos a dormir fuera de la casa, junto con los perros.
Tamaña historia saldrá a la luz en las semanas próximas, a través de un proceso oral en el que un tribunal juzgará a un matrimonio que está procesado por “abuso sexual con acceso carnal, corrupción de menores, abuso sexual gravemente ultrajante” y otras graves figuras.
Sólo humillación y soledad minaron los días crueles del varoncito, de 8 años, junto con dos hermanitas, desterrados al abandono por un padre que sometió sexualmente a una de las niñas -a mediados de 2000- y por lo cual fue condenado en el 2006.
Según el expediente, la locura ocurrió cuando el padre biológico de los niños terminó preso por la violación de una de sus hijas. Seguidamente, la madre descuidó la crianza, educación y alimentación de sus hijos.
A tanto se acentuó el literal abandono de la madre, que ésta cedió su deber de criarlos a un matrimonio que tenía un inquilinato en su casa, por donde desfilaban diversos desconocidos.
En ese hogar de rostros extraños, durante más de un año, la pareja que se hizo cargo de los chicos habría violado a los niños, forzándolos además a convertirse en esclavos sexuales de muchos clientes, informa El Liberal.
“Levantate. Quién m… te crees que sos. Vago h...d…p...”, eran los insultos con que cada mañana despertaban al varoncito. Si lloraba, todas las noches dormía con los perros. “P… de m… “, implicaban las agresiones verbales para las niñas, objetos de placer de cualquiera que pagase lo que la pareja exigía.
Según los testigos, los niños deambulaban por la calle con ropas raídas. “Una vez, el hombre habría vendido algunas camperas del varoncito, irritado porque pedía pan”, afirmaron.
Los ultrajes no sólo minaron toda esperanza, sino que se convirtieron en comentario obligado del vecindario, uno de los cuales se hartó y terminó confesándole a la madre biológica el calvario que vivían los chicos y ésta denunció el hecho a la Policía.