«Las células jamás se fusionan pero permanecen juntas y cooperan para formar los tejidos y órganos», dijo Shoukhrat Mitalipov, del Centro Nacional de Investigación de Primates. «Las posibilidades para la ciencia son enormes».
Los monos quiméricos nacieron después de que los investigadores adhirieran embriones separados de monos rhesus y los implantaran con éxito en hembras. La clave del experimento fue la mezcla de células desde etapas embrionarias muy tempranas, cuando cada embrión individual es totipotente, es decir que sus células pueden producir un animal completo, así como la placenta y otros tejidos que sustentan la vida.
En la mitología griega, la Quimera era un monstruo de tres cabezas, de león, de cabra y de serpiente. En biología molecular, una quimera es una proteína artificial creada uniendo dos fragmentos de proteínas diferentes.
Ratones y primates
El equipo de Mitalipov trató primero de producir monos quiméricos mediante la técnica utilizada para obtener ratones quiméricos, que ha sido de gran utilidad en la investigación biomédica, pues permite suprimir genes seleccionados. Sin embargo, este método, consistente en la introducción de células madre de embriones cultivadas en otros embriones, falló al emplearse en primates.
Aparentemente, los embriones de primate impiden que las células madre de embrión cultivadas se integren como lo hacen en los ratones. «Tenemos que retornar a lo básico», dijo Mitalipov. «Los científicos no pueden modelar todo sobre la base de los ratones.
Si queremos pasar las terapias con células madre de los laboratorios a las clínicas, y de los ratones a los humanos, tenemos que entender qué es lo que esas células de primate pueden y no pueden hacer».
Mitalipov aseguró a la revista que «no hay un uso práctico ni intención alguna de producir humanos quiméricos» en estos experimentos.
Foto: OREGON HEALTH & SCIENCE UNIVERSITY
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