El procedimiento se realizó a las 18.30 en la intersección de la
calle Cornejo y pasaje Traversi, cuando numerosos padres caminaban con
sus hijas que salían del colegio Santa Catalina de Bolonia.
El detenido, cabello corto, correctamente vestido de civil, con
vaqueros azules, jeans al tono y zapatillas de marca, sería un oficial
de la fuerza, oriundo de Corrientes y con residencia en la localidad de
Aguaray, 50 kilómetros al norte de Tartagal.
El acusado, quien quedó a disposición del juez federal 3 de Orán,
Raúl Juan Reinoso, se trasladaba en una motocicleta tipo enduro y fue
interceptado por un automóvil Chevrolet Corsa gris, desde donde
descendieron cuatro investigadores de Gendarmería, también de civil y lo
redujeron rápidamente.
Al lugar, en una camioneta oficial, arribó el jefe del Escuadrón 52
Tartagal, comandante Carlos Rodríguez, quien no quiso brindar
información respecto al caso.
Minutos más tarde llegaron científicos de Gendarmería, quienes
hicieron un narcotest del cargamento, confirmado que se traba de
clorhidrato de cocaína de máxima pureza. El transportador, con el rostro
desencajado por la angustia, observaba esposado, sentado en el suelo,
las acciones de sus colegas. Parecía que en cualquier momento se echaría
a llorar. “No es mía”, repetía sin cesar.
Lo conocían
La mamá de un nene que minutos antes había salido del colegio,
sorprendida como todos los vecinos de la zona relató: “Uno de los
gendarmes le hablaba al hombre que estaba esposado como si lo conociera
muy bien y mientras lo inmovilizaban le decía ‘jodete por pelotudo...
vos sabías a lo que te arriesgabas, jodete, sos demasiado boludo...’ y
una y otra vez le preguntaban dónde estaban los otros gendarmes”.
El procedimiento se extendió hasta pasadas las 20; en el lugar se
hizo presente también el segundo jefe del Escuadrón 52 Tartagal, pero
hasta el cierre de esta edición ningún alto oficial de la fuerza dio
información.
FUENTE : EL TRIBUNO
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