DATO EXTRA |Leon Smith, un londinense de 30 años, se encontraba durmiendo en su habitación hace unos días cuando decidió abrazar a su novia, Sophie Merrell. Sin embargo ella se había ido a trabajar sin que él lo supiese y lo que Smith tenía realmente entre los brazos era un zorro.
Según informa Daily Mail, el cánido se había colado en esa casa del sudoeste de Londres pero, al parecer, no buscaba comida -para llegar hasta la cama había pasado previamente por la cocina, donde no ocasionó ningún destrozo-. Aunque Smith sí notó que un animal pequeño subió al colchón mientras él descansaba, pensó que era su gato, Bramble. El zorro caminó unos segundos sobre la espalda del británico e incluso lamió su cuello, pero la sorpresa llegó cuando, al notar su pelaje áspero, abrió los ojos y comprobó la verdadera identidad de su acompañante.
Entonces, el británico mantuvo la calma y cogió su teléfono móvil, con el que logró realizar varias fotografías. Además, estuvieron mirándose tranquilamente durante 10 minutos, hasta que Smith elevó el volumen de su voz y el animal salió corriendo. A pesar de que, al principio, a Merrell le pareció una anécdota divertida, después ha asegurado que siente miedo de que pueda volver a ocurrir. “Si me pasase a mí, no sé lo que haría.
Quizá me escondería bajo las sábanas, gritaría y lloraría...”, afirma. Pero la joven puede estar tranquila: los zorros suelen evitar el contacto con los humanos y es muy improbable que ese encuentro suceda de nuevo.
Según informa Daily Mail, el cánido se había colado en esa casa del sudoeste de Londres pero, al parecer, no buscaba comida -para llegar hasta la cama había pasado previamente por la cocina, donde no ocasionó ningún destrozo-. Aunque Smith sí notó que un animal pequeño subió al colchón mientras él descansaba, pensó que era su gato, Bramble. El zorro caminó unos segundos sobre la espalda del británico e incluso lamió su cuello, pero la sorpresa llegó cuando, al notar su pelaje áspero, abrió los ojos y comprobó la verdadera identidad de su acompañante.
Entonces, el británico mantuvo la calma y cogió su teléfono móvil, con el que logró realizar varias fotografías. Además, estuvieron mirándose tranquilamente durante 10 minutos, hasta que Smith elevó el volumen de su voz y el animal salió corriendo. A pesar de que, al principio, a Merrell le pareció una anécdota divertida, después ha asegurado que siente miedo de que pueda volver a ocurrir. “Si me pasase a mí, no sé lo que haría.
Quizá me escondería bajo las sábanas, gritaría y lloraría...”, afirma. Pero la joven puede estar tranquila: los zorros suelen evitar el contacto con los humanos y es muy improbable que ese encuentro suceda de nuevo.
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