Cuando nació, los médicos de la zona indicaron que la enfermedad de Rahama no tenía remedio porque había "sufrido un ataque de espíritus".
Su hermano de 14 años la carga y traslada en un balde color verde todos los días 25 kilómetros, para llegar a el centro de Kano, donde Rahama pide limosnas mientras los transeúntes se sorpenden y asustan al ver a alguien en semejantes condiciones.
Rahana explica que su vida no ha sido fácil, que no puede hacer mucho por su cuenta, que creció hasta comprender que es diferente de otros y aceptó su situación de buena fe.
"He aprendido a crecer sin amigos en la vida. Mi familia son los únicos amigos que tengo. Me llevó mucho tiempo comprender que no todas las personas son iguales. No me importa. Me considero afortunada de estar viva" - indicó.
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