Un equipo de nueve especialistas operó entre las 09:30 y 12:30 hora local (03:30 y 06:30 GMT) la mano de derecha de Abul Bajandar, de 26 años, dijo el doctor Samanta Lal Sen, coordinador de la unidad de quemados y cirugía plástica del Hospital Universitario de Dacca.
“La primera operación ha sido un éxito. Ahora tenemos que hacer pruebas y análisis y procederemos a operar el resto de sus extremidades dentro de tres semanas”, indicó la fuente.
Las verrugas empezaron hace una década a inutilizar poco a poco las manos y pies de Bajandar, oriundo de una pequeña aldea de la provincia meridional de Khulna y que fue ingresado a finales de enero en el centro médico de la capital bangladesí.
La dolencia, epidermodisplasia verruciforme, es una enfermedad no contagiosa de la que apenas se conocen unos pocos casos en todo el mundo.
De acuerdo con el doctor Sen, “a priori no existe cura”, por lo que el objetivo de la operación es “proporcionar un alivio al paciente, mejorar su condición e intentar conseguir que sus manos y pies vuelvan a ser funcionales, pues en la actualidad no puede valerse por sí mismo”.
Las verrugas volverán, sin embargo, a crecer con el tiempo.
“Quiero volver a trabajar“
“Tengo mucho dolor en el brazo, pero estoy bien y estoy contento. Quiero volver a tener una vida normal”, declaró a Efe Abul Bajandar, de 26 años, en la habitación del Hospital Universitario de Dacca en el que se encuentra ingresado.
“Ahora solo pienso ya en el siguiente paso. Mi sueño es volver a trabajar para ganarme la vida, salir con mis amigos, jugar con mi hija”, explicó el joven, tumbado en la camilla y con un aparatoso vendaje en el brazo derecho.
La familia de Bajandar se mostraba esperanzada hoy con el cambio que puede experimentar su vida a corto plazo.
“Hemos sufrido mucho. La gente le ignoraba e insultaba en el pueblo. No podía hacer nada. Ni siquiera matar un mosquito que se posase en sus manos”, relató a Efe su madre, Amena.
Amena agradeció el “buen trato” recibido en el hospital, al que se han desplazado “entre 200 y 300 personas cada día” para mostrar apoyo a Bajandar y en el que ayer, durante la operación, se congregó mucha gente expectante a pesar de no poder visitarle.
La madre deseó que su hijo pueda volver a trabajar conduciendo bici-carros de transporte de mercancías, algo que hizo durante un tiempo hasta que el estado avanzado de la enfermedad se lo impidió y le obligó a mendigar para ganar dinero.
Bajandar, más cauto y al que los médicos han comunicado que deberá estar “unos seis meses” hospitalizado, opinó que no resultará sencillo desempeñar trabajos “de fuerza” y dijo verse en un futuro cercano como dueño de una pequeña tienda u otro negocio.
El camino de la familia hasta llegar al principal hospital público de Dacca, donde es operado a coste cero, ha sido una odisea en la que se han gastado más de 200 mil takas (2.551 dólares) en tratamientos: desde homeópatas en el pueblo hasta varias visitas a médicos en la ciudad india de Calcuta en el último lustro.
“Estamos felices, pero hay que esperar a ver qué pasa”, expresó a Efe Halima, su esposa.
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