La espeluznante historia sostiene que el padre acudió a un conocido químico y embalsamador, quien fue el que aplicó un radical método.
De esta manera, y tras varias investigaciones sobre si la nena parpadeaba o no, los estudios determinaron que el cuerpo de Rosalía había sido sometido a una combinación de formol diluido en agua, el cual actúa como un desinfectante que elimina todas las bacterias. Además, tenía alcohol que, gracias al clima seco de Italia, permitió que los órganos se conservaran de semejante manera.
La pequeña momia, debido a la atracción que generó a cualquiera que la observara, fue trasladada a la Capilla de los Niños de las Catacumbas de los Capuchinos, en Palermo y allí se quedó por años hasta que volvieron a tomar el cuerpo para realizar estudios sobre su proceso de momificación.
Por supuesto, lo más llamativo de acercarse a su cuerpo era el constante parpadeo de sus ojos el cual trajo cientos de diferntes versiones relacionadas a esta curiosa situación. En tanto, la gente que la vio en las catacumbas de Palermo llegó a confundirla con Santa Rosalía, una virgen muy adorada en la zona.
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